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Decimos que observar como crece un árbol bifurcándose, cada año, disminuyendo progresivamente el espesor de las ramas, hasta formar su forma de copa, nos ayuda a entender, por ejemplo, el comportamiento de las tuberías de abastecimiento de un edificio. O que por similitud con los árboles, los equilibrios entre copas y raíces, se parecen a los cimientos y las construcciones, en su lucha de contrarios. Observar es primordial para aprender de la naturaleza y de la naturaleza de la arquitectura.
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Si los edificios, resulta que crecen, respiran, se contraen o dilatan, fatigan y relajan sus materiales, se mueven, evacúan y se abastecen, es que al final se parecen mucho a los seres vivos. Solo la mirada atenta, podrá entrever los signos del crecimiento, en las ramas de un árbol; pero no atisbará el movimiento en sí, que permanecerá imperceptible al ojo humano; y sin embargo nadie duda de la vida de los vegetales. Nosotros pondremos atención a nuestros edificios, para entenderlos, y tal vez, nos enseñen algo del mundo en que vivimos!