>Cuerpo de piedra, alma de barro


Con motivo del cincuenta aniversario de la colocación de la estatuaria de Arantzazu y organizado meticulosamente por la Fundación Arantzazu Gaur y la propia Fundación Jorge Oteiza, este año gracias a la estrecha colaboración entre instituciones, hemos podido disfrutar de una rica programación en ambas sedes, en base a toda una una serie de exposiciones, encuentros, estudios, publicaciones y talleres, que han acercado al gran público, este hito de la historiografía en el arte moderno.
Es sabido que a partir del concurso de la estatuaria para la Basílica de Arantzazu, Jorge Oteiza, que hasta entonces había seguido la manera de Brancusi, de abordar la talla directa en sus piezas escultóricas, comienza sus series experimentales con trabajos a pequeña escala, más cómodos y manejables, que desembocarán su el laboratorio experimental con sus famosas familias. Las maquetas de esas series de esculturas, tuvieron definitivamente implicación estética y cultural en la renovación eclesial, así como tuvieron gran trascendencia en el entorno del arte vasco y en el contexto internacional.

Pero en contraste con la jovialidad expresada por Oteiza en sus cartas, al inicio del encargo y hasta la colocación definitiva del friso en el 69, la pelea por modernizar y re-significar la iconografía eclesial con nuevas formas para las viejas enseñanzas, no fue fácil. Durante este periodo el autor, tuvo tiempo de evolucionar y desarrollar sus estudios de la desocupación del cubo, realizando sus cajas metafísicas, que abocan ya a una fase conclusiva de la escultura en el 59, a la que seguirá una etapa poética, liberado ya de la materia y arropado por las palabras. Este periodo vital de Oteiza, con el conflicto de la paralización de los trabajos en la Basílica, supuso un desgaste y un esfuerzo descorazonador para el escultor, que gráficamente se evidenció durante quince años, con el abandono de los apóstoles de caliza, al borde de una cuneta, como metáfora de un progreso orillado o de un público que no supo apreciar el arte en su verdadera magnitud.

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La visión integradora del arte y la arquitectura, así como la rocambolesca trayectoria de la estatuaria, desde su definición hasta la puesta en obra en Arantzazu, protagonizaron los juegos y ensayos de los talleres que tuvieron lugar en el edificio Gandiaga Topagunea en Arantzazu, donde tuvimos acceso directo a la obra del escultor en un marco de incomparable belleza. Pudimos conocer de primera mano, los entresijos de la colocación y los mecanismos estéticos que sirvieron para la creación de la extraordinaria estatuaria de la fachada principal de la Basílica de Arantzazu. Con el taller "Cuerpo de piedra, alma de barro", pudimos profundizar en las técnicas y estudios de aproximación, así como en la fuerte sensibilidad de la extraordinaria obra del escultor Jorge Oteiza.

Apuntes de dibujo, collages, performances colectivas y mucho barro, fueron nuestras herramientas de trabajo. Como siempre, fue un verdadero placer y un honor poder desarrollar estos talleres didácticos en los que tod@s aprendemos tanto. Muchas gracias a las familias que os habéis acercado y por supuesto al gran equipo de Arantzazu. ¡Hasta muy pronto!

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