Hay un lugar común las obras de los grandes artistas plásticos. Es un espacio poético donde sus formas de expresión, encuentran su verdadera magnitud y buscan la vía para materializarse y lograr alcanzarnos alterando y ampliando nuestro campo de visión. Ese lugar es lo que conocemos como el territorio libre de la creatividad y ahí se reúnen a diario los artistas. Sin embargo, no es este un lugar sencillo para intercambiar puntos de vista y entablar conversaciones que sirvan de gran inspiración. Para ello está el plano físico, que se postula como el ideal para reunirse un momento y recordar al tiempo, que todo lo compartido y todo lo recibido permanece imborrable en el ser (o como dicen en la película Casablanca "siempre nos quedará Paris").
Los maestros Joan Miró y Eduardo Chillida se conocieron durante los años 40 en un hotel de Paris donde convivieron y congeniaron. Y esa coincidencia se repitió más veces a lo largo de sus vidas. El goce de sus encuentros lo atestigua su correspondencia que sirvió para apoyarse, demostrarse afecto y respeto mutuo por su obra, que supieron intercambiar ocasionalmente. Hablaron de lo "morrocotudo" de sus obras, como de lo diverso que puede ser trabajar líneas convexas o líneas cóncavas. Puede que en Paris, fueran ambos muy conscientes de la capacidad que tiene la poética para ofrecer una realidad alternativa, que ambos podían constituir a partir de sus obras y donde podían dar vida a un lenguaje poético, en una suerte de clarividencia o de conveniente rebeldía.
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En este contexto, el 4 de junio, fuimos invitados a impartir un taller para acercar la obra de Joan Miró al público familiar.
La dinámica comenzó con una visita guiada a las obras escultóricas de Miró y Chillida. De vuelta en sala, comenzamos el primer ejercicio. La técnica propuesta fue la construcción de una sencilla maqueta de volúmenes a base de pliegos de papel arrugados y encintados, que posteriormente envolvimos con papel de seda y cola blanca. Y en el segundo ejercicio, de manera colectiva, tratamos de evidenciar los métodos surrealistas de Miró, acercándonos al azar de sus piezas mediante el ensamblaje de objetos encontrados. Buscamos las relaciones entre ellos, hasta crear una composición que simbolizaba un ente, con una identidad que hallamos entre todos a partir del choque poético y accidental de los objetos físicos.
Hoy queremos agradecer como siempre a las familias que os acercastéis, al Museo Chillida Leku por invitarnos, (siempre un placer!), y sobre todo damos las gracias a Eduardo Chillida por animarnos a mirar con las manos y pensar con los ojos, por integrar la poética en nuestra pequeña ciudad y, compartir con nosotros todos sus avances en el espacio público. Mila, mila esker Maestro!